viernes, 12 de febrero de 2010

.:C A&P:. Beu Pad Morita

Azul Eléctrico





Me invito a su auto tan normal como cualquier otro día. Antes de entrar admire el color: azul eléctrico. Los interiores eran negros con asientos de piel. Sonreí atontada por lo maravilloso que se veía a la luz de la luna.


El pretexto era mostrarme su nueva Lap y algunas buenas canciones según él. Abrió la puerta del copiloto, recorrió el asiento delantero hacia delante y como todo un caballero me tendió la mano para que subiera.


-Gracias- lo mire y sonreí.


-De nada- devolviéndome la sonrisa.


Los asientos eran cómodos, aunque no se porque pensé en eso al instante en que subí. Al entrar cerro la puerta con seguro, lo cual no me pareció extraño. Encendió y presumió su nuevo stereo. Le sonreía y hacia expresiones de sorpresa, lo cual lo apeno un poco. Para que no se sintiera más cohibido, se me ocurrió acariciar su brazo.


El simple tacto de su morena y suave piel en mis dedos desato una bomba de tiempo en mi interior. De inmediato aparte mi mano de su brazo. Y roge con todas mis fuerzas que eso no lo hubiera asustado. Al parecer no se había dado cuenta o no quiso hacerme saber que lo había notado, ya que se acerco un poco más a mí con su laptop sobre puesta en sus piernas.


-Mira- dijo – me gusta este auto- señalaba su pantalla.


-¡Que hermoso! – en realidad era hermoso. Un deportivo rojo sangre, rojo pasión. Mi mente nos imagino teniendo sexo en ese precioso deportivo rojo. Acalorada sacudí la cabeza para apartar esos pécoros pensamientos de mi mente.


-¿Qué sucede? ¿Te sientes mareada? – su voz se notaba preocupada. No me sentía mareada, pero su delicioso aroma me hizo estarlo. Sus ojos negros me observaban con ternura y eso me derritió. Hizo que olvidara todo, hasta que su mano en mi brazo me obligo a volver a tierra.


-¿Eh? – Titubeé – no, no pasa nada solo… nada, estoy bien.


- De acuerdo, ya no me asustes – bromeo.






Un desagradable silencio apareció de repente. No me gusto ya que me encantaba mirar sus labios mientras hablaba y escuchar su voz. No me percate de en que momento nuestras posturas cambiaron hasta dejarnos frente a frente. Lo veía a la cara, intentando no perderme en sus profundos ojos. Sentí como su mirada pasaba de mis ojos a mi boca. Aproveche esa oportunidad y moje mis labios sonriendo. En un claro acto de ansiedad se abalanzo hacia mí besándome y acariciando mi cabello. Sus besos eran tímidos al principio, tal vez tenia miedo de que lo pudiera rechazar; pero, ¿cómo rechazarlo?, ¿cómo rechazar un cuerpo grande y fornido?, ¿unos labios carnosos y sumamente deliciosos?, ¿cómo rechazar el tacto tibio de sus manos? ¿Ó el sabor de sus besos? Simplemente no podría.


Fui yo la que comenzó a besarlo como loca. Busque su lengua con desesperación, deseando probar su sabor infinitas veces. Mordió mis labios un par de veces, aumentando el calor de mi cuerpo. Lo jale hacia mí hasta que quede recostada en el asiento. Besaba el lóbulo de mis orejas y bajo poco a poco hasta mi cuello. Se sentía tan bien.


Lo rodee con mis brazos, no quería que parara de besarme. Coloco su rodilla derecha entre mis piernas, para que nuestros cuerpos estuvieran más cerca. Subió un poco mi vestido para abrir mis piernas y lograr que su mano curiosa llegara a mi centro. Sofoque un grito cuando sus dedos tocaron mi humedad. Deslizo su mano hasta los 5 botones de mi vestido y lentamente los abrió.


Sus dedos rozaron mis senos, y yo gemí; con el dedo índice trazo la copa de mi sostén. Después lo desabrocho por la parte de enfrente. Clavando la mirada unos segundos en mí pecho. Mi respiración aumentaba. Su tacto era mejor de lo que pudiera imaginar. Las palmas de sus manos tocaron mis pechos, masajeando suavemente. Se inclino y los probó. Grite al sentir su lengua recorrerlos lentamente. Volvió su mirada hacia mi rostro y beso mi boca.


-Sigue…- le ordene. No quería que dejara de tocarme, eso me excitaba de sobre manera. Continúo con las caricias en mis pechos. Mientras que si ingle se frotaba constantemente con mi pierna. Sabía que se estaba excitando con eso. Percibí un bulto tenso debajo de sus pantalones que moría por tocar.


Como si leyera mi mente, de inmediato tomo mis manos con su mano izquierda y las coloco detrás de mi cabeza. Su fuerza derroto mis leves intentos de zafarme. Hasta que dijo con voz ronca:


-Aún no… - sonaba dominante, seguro de si mismo. Eso me gustaba.


Seguían las caricias debajo de mi cuello y yo moría por probarlo. Acerco su rodilla a mi ya mojado sexo y enloquecí más. Ni siquiera me había penetrado y ya casi llegaba al más delicioso orgasmo.


Por fin soltó mis manos y casi por instinto las baje acariciando su musculoso pecho por encima de su camisa. Desabroche con urgencia su pantalón y metí la mano izquierda. Era enorme. Todo él era enorme. Me excite más al imaginarme montada sobre él, y aun más cuando lo imagine en mi boca. Lo acariciaba gustosa por permitirme semejante honor, y de su boca emanaban los más placenteros suspiros. Aquello me invitaba a seguir. Su respiración se agitaba cada vez más, conforme el tacto de mis manos.


Con fuerza su brazo rodeo mi cuerpo y lo levanto. No entendí como fue, pero unos segundos después estaba arriba, montada sobre sus piernas. Nos besábamos, con una mano tomaba mi espalda acercándome más a él y con la otra acariciaba mis pezones. Los movimientos de sus dedos presionando con delicadeza mis senos me volvían loca. Gruñía en silencio junto a mi oreja. Y yo gemía junto a la suya. Bajo la cabeza junto a mi pecho y beso mis senos, algunas veces los lamia y otras los mordía, despertando en mi el mayor de los placeres. Por mi parte acariciaba su miembro, gimiendo en un agonizante placer.


-Espera…- suspiro entre cortadamente. No quería que parara, pero necesitaba saber que pasaría después –Necesitamos protección- dijo. A lo que asentí con la cabeza. Necesitaba con unas ganas inmensas tenerlo dentro.


Lo veía rebuscar en su auto alguna señal de preservativo pero no encontraba nada. Un rayo de tristeza se apodero de la atmosfera…

Baje la mirada desinflada por no poder desahogar la sed que tenia de él, desde el momento en que subí a su auto.


Regreso a mi lado, rendido por no encontrar el vehiculo a nuestro paraíso. Intentaba decirme algo, pero las palabras no salían de su boca. Lo mire y con una sonrisa le hice saber que estaba bien. Creo que había pisado algo, me agache para ver que era. Era mi bolso. Metí la mano, tal vez encontraba algo interesante, palpe algo frío. Saque el objeto de mi bolso, era una cajita. Y de inmediato mi rostro se ilumino.


-Toma- le tendí la cajita. Me miro de forma extraña, como si fuese una loca. Y si, si era una loca, él me volvía loca. La abrió lentamente, tal vez esperaba que fuera una broma.


Sonrío al ver que contenía la caja metálica. Tomo uno y dejo caer la caja al suelo. Giro su cuerpo hacia mí, tendiéndome en el asiento. Con rapidez quito mi ropa interior. Pude sentir cerca sus manos en mi cadera y mi piel se enchino. Abrió mis piernas para tocarme. Su tibia mano me desquiciaba. Suspiraba acercando su rostro para besar sus labios. Quería sentir de nuevo su miembro en mis manos; me aventure metiendo mi mano dentro de su pantalón. Me encantaba con jadeaba al sentir mis caricias. Nuestras respiraciones se aceleraron. Besaba mis pechos y con la mano libre pellizcaba mis pezones duros debido al calor de su piel.


Arqueaba mi cuerpo cada vez que metía sus dedos en mí. Jalaba de su camisa atrayéndolo más. Lo necesitaba, lo necesitaba demasiado. Jadeaba cuando besaba mi ombligo. Y cuando se deslizo más abajo, no pude más… grite su nombre con todas mis fuerzas, aferrándome a su ropa con ganas. Me miraba excitado, lo sabia, le gustaba verme llegar al orgasmo. Bajo más sus pantalones y su boxer, mostrándome la dureza de su sexo.


Por fin, por fin lo tendría dentro y eso me hacia ruborizar. Se coloco lento el condón. Y mi hambre por él llego al limite. Quería lamerlo, quería saborearlo, pero deseaba más sentirlo en mí. Me regalo la sonría más lujuriosa y me excito más.


Inclino su cuerpo hacia abajo. Haciéndome sentir nerviosa. Quizá fuera por que lo hacíamos en la vía publica o porque todo él era tamaño XL. Lo imaginaba iluminado su pecho desnudo y musculoso por la luz de la luna. Reí por lo bajo. Rodee su cuello con mis brazos y lo bese, mordí sus labios y su lengua, a lo que respondía con lo mismo. Ya no me sentía nerviosa, de hecho que cualquiera nos pudiera descubrir me emocionaba. Guío su miembro duro hacia mí ya húmedo centro con su mano, entrando poco a poco. Reprimí un grito. Su tibio miembro era justo lo que imaginaba. Abrace su cadera con mis piernas invitándolo a entrar por completo. Gruñía al sentir mis tobillos cruzados un poco arriba de su trasero. Empezó el vaivén de movimientos haciéndome jadear.


-Más… rápido- susurre en su oreja, mordiéndola después.


De inmediato hizo lo que le pedí jadeando también. Tomo mi espalda y me levanto un poco haciendo que ese movimiento aumentara mi placer. Gritaba más y más. Mis suspiros quedaban sofocados por sus besos. Las penetraciones fueron subiendo de potencia y eso me llenaba por completo. No creí posible todo eso. Era como estar en el paraíso, el calor de su cuerpo y nuestros suspiros debían ser el mismísimo cielo.


Besos y caricias por doquier llenaban el ambiente. Nuestros cuerpos se tensaron embriagados del mejor de los orgasmos…


Cansado, dejo caer su cuerpo sobre mí. Su corazón palpitaba acelerado. Beso mis mejillas y sonrío. Ver su rostro sudado era lo más sexy del mundo. Lamí sus labios. Respondiendo con un leve gruñido. Salio de mi cuerpo y envolvió el condón en papel. Coloco su ropa en su lugar, sentándose después a mi lado.


Me subió sus piernas como una pequeña niña indefensa y me atrajo a su pecho. Lo rodee del cuello. Estaba plena, feliz, extasiada. Jugaba con mi cabello, ambos en silencio. Estiro su brazo a un costado de nosotros y vi que en el dedo índice pendía mi ropa interior. Picaramente me miro. Me sonroje al momento en que sus ojos negros me miraban. Alzo una ceja y sonreía. Tome mi ropa, iba a ponerla en su sitio, cuando agarro mi mano:


-Tranquila- su voz era música para mis odios, e hice lo que dijo mordiendo mi labio inferior.


Baje de sus piernas y me sitúe al lado suyo, subí mis pataletas hasta su lugar. Sentí su mirada en mis piernas. Se acerco y dijo:


-Te ayudo con lo demás- Solo pude asentir con la cabeza. Toco mis senos ligeramente con sus dedos cuando abrocho mi sostén. De nuevo mi piel reaccionaba a su tacto haciéndome arder. Y finalmente abotono mi vestido dándome un beso fugaz en los labios.


Permanecimos unos minutos besándonos, pero manteniendo al margen nuestros deseos de placer. Coincidimos que nos echarían de menos en la fiesta. Me ayudo a salir del auto y me beso empujándome a la puerta debido a su fuerza. Se separo muy a su pesar. Caminamos a la fiesta tomados de la mano.


Todos estaban tan concentrados en beber, fumar, conquistar y bailar, que no se percataron de nuestra ausencia.


Sentados a la mesa junto a nuestros amigos, le lanzaba miradas llenas de lujuria.


-¿Por qué estas despeinada? – soltó de repente mi mejor amiga. Creí que nadie lo había notado, pero pues por algo era mi mejor amiga


-Oh. ¿Despeinada? ¿En serio? Pues no lo se – y sonreía mirándolo.


No se la creyó claro. ¡Ese maldito sexto sentido!


-Luego te cuento- le dije al oído. Compartimos mirada cómplices. Ella bien sabía a donde me llevaban esas “despeinadas”….

4 comentarios:

  1. me... gustooooooooooooo... va a quien quiero engañar jajajaaj me encanto por diosssssssss

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  2. Beu que lindo mi niña ..me gustooo mucho ... esta genial quien te viera jajajaja te adoro Morita

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  3. Beuuu!!! me encantó!!!! chicas protegidas, sí señor!!

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